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Cuando mi hija Lydia tuvo 5 años, me hizo pasar momentos difíciles. Ella no quería lavarse los dientes o el pelo. No quería recoger sus juguetes. Tenía que gritarle por cosas pequeñas o decirle “¡Vete para tu cuarto!” Mi angelito tenía un lado malo que nunca había visto.
“¿Ella me odia?”
Un día ella se enfureció porque yo le exigía a gritos que hiciera sus diligencias. Ella empezó a tirarme juguetes. Yo no quería pegarle, así que le pedí a mi esposo que viniera y me ayudara. Su voz feroz pudo asustarla para que ella volviera a su habitación.
Entonces ella comenzó a tirar puertas. Me enojó tanto que esta chiquilla me desafiara de esa manera. Lo único que quería hacer era agarrarla por el brazo y azotarla. Pero temí que si castigaba a mi pequeñita mamita con golpes la dañaría y yo no quería eso ni hacerle sentir miedo hacia mí. Incluso con sólo gritarle enfadadamente ella comienza a llorar.
Para evitar lastimarla yo misma, me senté en la sala y simplemente lloré. Lloré duro pensando “yo simplemente quiero que ella recoja sus juguetes, “ y “¿Será que ella realmente me odia tanto que me tirará sus juguetes? Yo trabajo tan duro por ella.”
Hasta mi esposo fue al cuarto de ella y le dijo “Ves, Lydia hiciste llorar a tu madre. Tienes que respetarla.”
Tomé un respiro profundo y esperé su respuesta. Nuestra casa se mantuvo en silencio durante ese momento. Entonces escuché sus pequeños pies que venían hacia la sala. Ella vino silenciosamente, como si estuviese asustada de mí, y me sentí asustada de mi misma de que la había asustado mucho tan sólo con mis palabras.
¿Mami? ¿Mami?
Mi pequeña mamita tiene cabello largo negro y ojos grandes negros. Ella me miró y dijo, en su pequeña y aguda voz. “¿Mama? ¿Mama?
Sus hombros estaban doblados, y su estómago se encogían mientras se acercaba, con ambigüedad, como un pequeño ángel.
Entonces ella comenzó a llorar y a abrazarme. “Mami, necesito ayuda para recoger mis juguetes, ella dijo. En ese momento, pare de sentirme brava y solo quería entenderla y encontrar por qué ella se había salido de control de esa forma.
Le dije, “tienes que parar de tirar la puerta, y nunca jamás volver a tirarme juguetes?”
Lista de tareas cotidianas
Desde ese momento, ella no tiró nada más. Pero nuestras discusiones me asustaron. Yo la quiero tanto, yo no quiero que esas pequeñas cosas se conviertan en peleas.
Hemos estado participando en terapia familiar. Por lo que discutí esto con el terapista. El nos dijo que debíamos tomar pequeños pasos con ella, y que todos nosotros- yo, Héctor y la pequeña Mama iríamos cambiando. El nos dijo que tomaría tiempo para que Lydia se ajustara a nuestra casa y a nuestras reglas diferentes y horarios.
Después de eso, yo recuerdo algo que aprendí en las clases de formación de padres. El maestro decía de hacer una lista de tareas cotidianas. Decidí hacer uno junto con Lydia, y darle a ella una pequeña concesión para cada tarea.
Contando hasta 10
Obtuvimos algunos papeles y marcadores para comenzar. Yo puse en un papel cuanto ella debía ganar por hacer cada cosa. Ella ganaba 5 centavos por darle de comer a las mascotas, 10 centavos por lavar sus dientes, 7 centavos por lavar su cabello, y 10 centavos por ir a la cama a las 8:30 p.m. Ella misma puso en la lista vestirse por si misma para ir a la escuela y ponerse sus pijamas. La lista esta comenzando a funcionar. Convenciéndola de hacer sus deberes es mas fácil y también ella puede ahorrar un dinerito.
Pero de vez en cuando, sus pequeñas malas actitudes conmigo me ponen brava. Si le digo, por ejemplo, “deja de sentarte en el brazo del sofá” ella me mira voltea los ojos y dice, “mama, sólo estoy sentada”.
Me canso de repetir lo mismo. Ahora he aprendido a respirar profundo y comenzar a contar hasta 10. Solamente llego al 5 o al 6. Honestamente, no sé cómo yo podría manejar la situación si llegase hasta 10.
No es Un Angel, pero es Buena
Mi crianza de niños ha mejorado mucho con los meses. Nosotras comemos comida cada noche, nos sentamos juntas en la mesa para discutir nuestros planes para el próximo día. Nosotras horneamos cakes juntas, hacemos proyectos de arte y artesanales y hablamos de pequeñas cosas que ella esta pensando.
Me encanta su personalidad. Ella es muy dada y preocupada. Cuando ella se porto mal, yo tuve que darme cuenta que no es un ángel perfecto, pero es una niña buena.
Aun tenemos momentos difíciles. Pero yo estoy haciéndolo mejor estando calmada. Soy muy dichosa de tener mi esposo. Aunque yo cuido de Lydia la mayoría del tiempo, el y yo discutimos como manejar la situación con ella.
La hora de ir a dormir de Lydia es la mejor hora del día para mí. Cerca de las 8:30 p.m. nos vamos a su cuarto y le leo tres cuentos de hadas: La caperucita, el patito feo y la cenicienta. Nos abrazamos y nos besamos y ella dice sus oraciones.
Una vez acostada, ella siempre llama su papá por un vaso de agua fría. Todos actuamos como familia cuando la ponemos a dormir. Cuando ella duerme, ella luce como un ángel protegida por Dios.