Cuando yo era pequeña mi mamá en México siempre estuvo al pendiente de mi educación. Trabajaba en una tienda que teníamos en la casa. Recuerdo que si teníamos algún problema en la escuela, mi mamá simplemente cerraba la tienda sin importarle si perdía dinero, e iba a la escuela a hablar con nuestro maestro.
Mi mamá nunca nos dijo, “Tuve que cerrar la tienda y perdí dinero”, o “ Hoy no puedo ir para hablar con sus maestros.” Mi mamá nos decía que la escuela era lo mas importante y lo que aprendiéramos nadie nos lo podría quitar de las manos.
Sueños Frustrados
En México, tuve sueños para mi educación. Pensaba en seguir estudiando, aunque era un poco difícil por la situación económica. Pero con todas las dificultades económicas yo había terminado la secundaria (8vo grado aquí).
Hice mi examen de admisión para la preparatoria y también había conseguido un trabajo de recepcionista de medio tiempo para cubrir parte de mis gastos en la preparatoria. Pero luego, mi mamá decidió que nos mudáramos a los Estados Unidos para mejorar nuestra situación económica.
Cuando llegué aquí a los 14 años, vivir en Nueva York fue más difícil de lo que habíamos esperado. En México no pagábamos renta porque teníamos casa. Aquí teníamos que pagar renta, comida, teléfono, luz, y gas- todo tan caro. Entré a trabajar enseguida.
Esperanzas Para Mis Hijos
Pensaba en ahorrar un poco de dinero para que cuando nos regresáramos a México pudiera volver a la escuela. Pero nada salió como esperamos. Eventualmente, tuve a mis hijos y nunca regresé.
Ahora, como madre de tres estudiantes, me preocupo de como se desenvuelven en la escuela. Lo que espero es que mis hijos puedan lograr en sus estudios es una carrera o un trabajo que los apasione, que en realidad les guste.
Antes de que ellos entraran a la escuela, yo les enseñe a mis hijos los números, los colores, y el alfabeto, también canciones, los sonidos de los animales, y los nombres de muchas cosas. Era chistoso porque cuando aprendían números, íbamos por la calle y contábamos árboles, carros, casas, pájaros, los aviones, ¡todo!
Un Horario Educativo
Tengo suerte que mi horario de trabajo me permita estar muy involucrada en la educaion de mis hijos. Trabajo de 8:30 a.m. a 2:30 p.m., lo que me permite recoger a mis tres hijos o esperarlos en casa. Como casi no les gusta la comida de la escuela yo cocino algo rapidito y a las 3:30 p.m. comemos todos juntos.
Hablamos de como les fue en su día, y si tuvieron alguna dificultad en sus clases. Nos escuchamos aunque a veces todos quieren hablar al mismo tiempo. En estas conversaciones me doy cuenta de sus materias favoritas, y las que no les gusta. A mi hija Gabriela no le gusta la ciencia. Ella me dice, “Mami, hoy fui a ciencia,” y no lo dice con mucho gusto.
A Liliana no le gustan las matemáticas. Me dice, “Necesito ayuda, mami. Necesito que todo el mundo me ayude.”
Fernando siempre dice que le va bien sólo que a veces le dan detención—él dice que es porque algunos niños hacen ruido y castigan a toda la clase.
Nosotros tenemos una rutina. A las 4:30 p.m. empezamos la tarea. A veces Fernando entonces se pone sus audífonos y lee, así que los otros pueden trabajar tranquilamente. Yo limpio la cocina y en cuanto termino me siento con ellos y les pregunto si necesitan mi ayuda.
Ayuda en Tarea
Aunque no hablo mucho inglés, estoy muy involucrada con la tarea de mis hijos. Les ayudo a buscar palabras en el diccionario, les ayudo a ordenar sus hojas de sus carpetas, o también leo con ellos.
Hemos buscado la manera en que les pueda ayudar con escuela y para que reciban la ayuda que no les puedo brindar. Muchas veces, mis hijos traducen asignaciones o preguntas que les confunden, y les ayudo en español.
Últimamente, a Gabriela tenía dificultades con matemáticas y sus hermanos no la podían ayudar. Fernando traducía el problema en español y le explicábamos en inglés pero Gabriela nos decía, “Ustedes no saben nada. Voy a llamar al número de ayuda.”
Ella había visto en la televisión que la ciudad de Nueva York ofrece un servicio con el cual niños y familias podían llamar para ayuda con tarea. Cuando terminaba su llamada, nos decía “Sí era como ustedes me decían. Sólo quería estar segura.” Pero ahora, siempre llamamos este número.
Fernando, que está en el 7mo grado, se queda después de las 3:00 p.m. y busca a su maestra para que le ayude. Muchas veces, Liliana, que está en el 8vo grado, ayuda a sus hermanos menores a aprender.
Quisiera Ayudarles Más
Cuando mis hijos hacen tarea en inglés y no entiendo nada a veces me siento mal. Pienso que debo volver a la escuela para aprender inglés y para poder ayudarlos perfectamente bien.
Hace 4 años, fui a unas clases, y saqué mi GED en Español. También conteste 100 preguntas en inglés; lo aprobé y me dieron una diploma en inglés también. Así voy, paso a paso. Cuando tenga la oportunidad, seguiré estudiando inglés. Por ahora estudio un poco en mi casa.
¡Eres Muy Inteligente!
Mis hijos se ponen nerviosos como una semana antes de los exámenes de la ciudad. Todo los niños y las maestras de la clase hablan de los exámenes. Pero yo creo que si conocemos a los maestros de nuestros hijos, nos pueden decir en que nivel están y hay menos preocupación.
Cuando mis hijos están nerviosos les digo,”Sí que pueden. Han hecholas¿ tareas? ¿Han ido a la escuela?” “Sí,” me dicen.“ Entonces si van a pasar el grado– son súper inteligentes!”
En la escuela de mis hijos, las maestras mismas nos dicen cómo podemos ayudarlos en la casa, por ejemplo con media hora de lectura o de escucharlos leer todos los días. Aunque trabajemos todos los padres largas horas, tenemos media hora antes de los niños duerman cuando podríamos leer.
Involucrada en la Escuela
Cada vez que puedo, ayudo en la escuela de mis hijos. Cuando empieza el año escolar, voy a conocer a las maestras de mis hijos y aprendo cual va a ser su rutina diaria, cuantos puntos cuentan las tareas, los exámenes, y la participación en clase.
Cuando nos mandan una invitación para asistir una reunión siempre voy. Me gusta escuchar las expectativas o metas que tienen en la escuela.
Creo que es tan importante que los padres ayudemos y apoyemos a nuestros hijos en la escuela. La disciplina y la educación van de la asa a la escuela. Lo que me da desilusión y coraje es que pocos padres asisten las reuniones con maestros o participan en actividades escolares.
¿Dónde Están Los Demas?
Un día recibí una invitación de un desayuno con la directora, en el cual los padres podríamos hablar de nuestras preocupaciones. ¡Sólo éramos como diez madres de aproximadamente 800 alumnos!
Yo sé que muchos padres trabajan y entonces no pueden asistir a reuniones durante el día, pero yo había hablado con algunas madres que tenían preocupaciones y podrían haber asistido, pero no llegaron. Estaba frustrada.
Había café y pan en la mesa, y la directora esperaba a que llegara más gente. “¿Dónde están las demás mamás?” Yo pensé. Al final comenzamos.
Escucharon mi Voz
La directora se presentó. Nos pidió que dijéramos nuestros nombres y nuestras preocupaciones.
Cuando me tocó hablar, dije, “Mi preocupacion y la de otras madres que no pudieron venir es que la maestra está embarazada y como usted sabe este año es el primero que mi hija va a hacer exámenes de la ciudad y lo preocupante es que la maestra se va cuando los niños se están preparando para estos exámenes.”
Seguí, diciendo, “Es obvio que tendrán una substituta y el cambio podría afectarlos ya que los ninos se acostumbran y hasta se encariñan con su maestra. Mi sugerencia es que por lo menos una semana antes que su maestra se vaya, la substituta se integre a la clase para que nuestros niños no sientan tan fuerte el cambio y se enfoquen en la preparación de sus exámenes.”
“Me parece una buena idea. Si las maestras trabajan juntas, los niños no sentirán tan fuerte el cambio. Gracias por su idea y su apoyo.”
En realidad esta reunión no fue tan larga, pero cuando salí de la escuela me sentí tranquila. Sentí que la directora había escuchado mis preoccupaciones.
La Educación Comienza en la Casa
Siento que más nos involucramos como padres, mejor serán nuestros hijos como estudiantes. Aunque todos estamos ocupados, la conexión que hacemos con las escuelas de nuestros hijos es importante. Si todos podemos hacer solo un poquito, nuestros niños se sentirán más apoyados en sus estudios, y más seguros de sí, pueden sobresalir en la escuela.
Lo que he aprendido apoyando a mis hijos es que la manera que ahora les enseñan a mis hijos es completamente diferente a la que a mí me enseñaron cuando era pequeña. Las maestras quieren que los niños expresen sus opiniones en clase y que hagan muchas preguntas. Cuando yo estudiaba, mis maestras me ponían a memorizar todo. Les puedo ayudar más cuando entiendo mejor las expectativas de sus maestras.
Mis hijos han aprendido que estudiar es muy importante para que puedan tener un futuro brillante. Ven que pueden tener un trabajo que les gustará. Ven cómo sus maestras pueden comprar un carro y una casa, compartir con otras maestras, salir y viajar. Eso les fascina. No son opciones que nuestra familia ha tenido.
Mis hijos son buenos estudiantes, no sólo porque les hablo de la importancia que tiene de estudiar sino porque estudio junto a ellos, entonces les muestro que sus escuelas merecen mi tiempo y atención.